Los huéspedes son transportados en carritos (en un recorrido de unos 20 metros) hasta la taquilla del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), instalada en los jardines, que se cierra a las 17 horas y vuelve a abrirse a las 19 horas para permitir la entrada al espectáculo de luz y sonido.Algunos custodios comentan que a veces, durante esas dos horas, no hay personal del INAH o del Patronato Cultur (que depende del gobierno de Yucatán) en ese acceso y los huéspedes del Mayaland ingresan libremente a la zona. Y cómo no, si el hotel los anima: "tenemos nuestra propia entrada hacia los templos mayas". (Mónica Mateos Vega - La Jornada)
Fue hasta el 2003 donde se quizo poner un alto a este empresario, el cual se jacta de que si es dueño de terrenos en la zona tambiés es propietario de la zona arqueológica, en respuesta "el magnate yucateco publicó sendos desplegados en el Diario de Yucatán, dirigidos al gobernador Patricio Patrón Laviada, en los que defendió su postura: "Si bien es cierto que son del dominio de la nación todos los monumentos arqueológicos, no es menos cierto que tal dominio no implica la propiedad del terreno bajo el cual se encuentran, y en el presente caso soy propietario y posesionario legítimo del predio en donde se ubican las ruinas de Chichén Itzá con todas las ventajas que ello conlleva, como poder entrar, hasta con personas que designe, al terreno de mi propiedad, sin necesidad de pagar cuota de acceso".
Y reprochaba: "Nunca, ni en el peor de los gobiernos pasados, funcionario alguno perturbó mi legal ejercicio de propiedad y posesión, como ahora. No es válido decir que Cultur no cobra a los visitantes por entrar a mis terrenos, en donde se encuentran las ruinas de Chichén Itzá, porque como se ha demostrado en el proceso constitucional de amparo, sí cobra dicho patronato por entrar a mis terrenos". (Mónica Mateos Vega - La Jornada).
FOTO: MÓNICA MATEOS


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